Elegí ir por donde más te guste...

27.1.10

Odio a la gente con camisetas color amarillo

Hace calor. Mucho calor. La piel pringosa y el televisor se regodea en medir la temperatura en diferentes partes de Buenos Aires solo para aclararme que no estoy en Buenos Aires (ni en Mar del Plata, ni en Necochea, ni en Uruguay). Estoy acá. Armamos un bunker a prueba de todos y todo y dejamos entrar al perro y sus dos patas sobre el borde de la cama, sus orejas hacia atrás y su cola que se mueve, implorante, porque nos levantemos.

Leí nuevamente el típico sueño de irse de viaje por un año. Leí la típica opinión de que es el sistema el que te impide mandar todo a la mierda e irte de viaje en motorhome un año. Mi reacción es ya la lógica, la del cansancio con seudo rebeldes que plantean el irse a la mierda como el acto de rebeldía suprema. Y la misma nostalgia. ¿No se dan cuenta de que esos sueños y esa seudo rebeldía son parte del sistema? ¿Tan desprestigiada está la violencia revolucionaria? La violencia dejó de ser un camino, mejor dicho, la pregunta por la violencia dejó de ser un camino. Preguntarse al menos por la legitimidad de la violencia usada con fines nobles en vez de mirar atónitos que el gobierno de cierta ciudad en la que ahora no estoy compra pistolas de electroshock en una violencia que es más real que la rebeldía estúpida de agarrar la mochila e irse a la mierda por un rato. Pensé en un momento aclarar, decir: tal vez el resentimiento es porque yo no me animo a irme de viaje por un año". Pero me abstengo, no voy a dejarme en quiebre esta vez, voy a afirmar algo.

El otro día, medio en broma medio en serio, medio para escucharme al menos un rato en una conversación que no me incluía, medio para oírme decir algo que nunca había dicho, dije que tenía miedo. Miedo de que todo se fuera hacia la derecha y tuviéramos que exiliarnos. Después pensé ¿a dónde? Dónde nos iríamos Juan, Logan y yo. A Logan tendríamos que dejarlo, seguro. Dónde. Mi sueño dentro del sistema pasa entonces por ahí: una nostalgia por una causa que rebase una tesis y que haga que todo valga la pena. Creo que ya lo dije: la idea de la resistencia cotidiana ya me alcanza poco y casi nada.

Me llevó un año y medio de psicoanálisis, un perro y una pelea absurda con mi viejo, poder admitir con un dejo de convicción que no tengo que ser perfecta.

13.1.10

Banalizando a Rimbaud

Ya no soy la que fui. Ni sé la que seré. Supongo que en algún momento todos maduramos y sentimos profundamente una frase cómo esa.

Me siguen preocupando los modos de circulación del deseo. Cómo hacer una cosa, que ponga coto a otra, sin saber qué es lo uno y qué es lo otro. Me sigue preocupando la circulación de la culpa. Que mi mamá piense que no tengo 28 ¿Qué soy? ¿Demasiado infantil? ¿La única manera de ser adulta es el predominio de la razón? Debe haber otras formas, alguna que implique un perro minúsculo en un departamento minúsculo y tres semanas en Francia y lágrimas por los rincones. Alguna que a los 28 años no haga patética la angustia por un animal que debería ser la angustia por un hijo. A mi edad mi mamá ya me tenía a mi hermana y a mí. No dejo de tener la sensación de que su vida había terminado. Yo tengo un perro y pánico de que mi vida termine.

Soy patética, increíblemente patética. Ni siquiera si estuviera en bata, sin depilarme, despeinada y con un gato sería más patética.