es tan extraña esta espera
el recorrer impávida
el borde del precipicio
demorando
ansiosa
el vacío
la brizna de pasto
en la costa desgastada
por el fluir ajeno
la manera en que se desencadena la catástrofe
habilita las posibilidades de la supervivencia
trato de recordar
el momento justo
del gesto
con el que apenas
me obligás
a mirarte
¿hay final
si nadie sabe
lo que se acaba?
intento vano
por sincronizar el desamor
acá
en el campo
las luciérnagas no están extintas,
se multiplican
en su danza de deseo
desarmando,
sin que nadie lo sepa,
el discurrir del ensayista
sólo yo lo veo
me regalaste la excepción
y no voy a devolvértela
la sonrisa
los pies callados
la mirada insistente
¿hay final
si nadie sabe
lo que se acaba?
el cuerpo
va a comenzar a deformarse
despacio
no van a convencerme
del valor de lo mínimo
voy a quedarme debajo de la gran luz
sin dar lugar al matiz
aunque me queme
aunque me quemen
aunque me digan
(nos digan)
que no
que así no
que ya no
¿hay final
si nadie sabe
lo que se acaba?
la otra revolución
(esa que estás dejando ir
amor
cuando te callás
como ahora
volviéndote protagonista de un final
que todavía desconocés)
la otra revolución
persiste vacilante
insistiendo en una radicalidad
que todavía no aprehendimos
y que deberíamos gritar
orgullosos
prepotentes
altivos
si hay dialéctica
no se vuelve del salto
y yo ya no puedo el silencio
no puedo ser la ocasión
no puedo contener la urgencia
un final sin final
que se consume
en lo que los otros
no saben
pero que yo puedo
perfectamente
ahora
después de tu cama
imaginar
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