Elegí ir por donde más te guste...

29.9.08

Protección

Algunos urcanos corren de mañana, enfundados en sus trajes verdes de protección, al borde de la diana, son los que protegen el territorio. Cuando yo salgo en auto para ir al recital es necesario prender la luz para que sus armas no me disparen, porque yo no les robaría sus juguetes, no me atrevería.

Hay un dejo de amargura en la voz de Sil cuando habla de eso. Ella piensa que se puede cambiar algo. Yo soy la pixie maldita y desesperanzada que coincide con Mike Davis.

28.9.08

Nao deixe a samba acabar.

Me estoy mirando en el espejo, los ojos con rimmel apenas corrido, mi pelo con las ondas que vuelven a la noche cuando llego aunque esté planchado. Acabo de volver del show. Maria Rita en Vivo Rio. Las manos todavía sienten los golpes de los aplausos, en la garaganta fica todo lo que canté sin conocer las letras.

Hay mesas entre el escenario y nosotras. A Silvia eso la enoja, yo no puedo creer que estoy ahí, Maria Rita se ha ido cargando del aura de las estrellas de a poco estas dos semanas. Ha mudado en la figura que condensa Rio. Por suerte estamos paradas, porque vamos a bailar todo el recital. La fiesta apenas acaba de comenzar, así empieza y termina el espectáculo, que cumple literal la promesa de la primera música. La fuerza de Maria Rita en el escenario, los músicos, todo da no jeito certo. Tudo da no jeito certo.

La gente se juega la vida en cada nota que canta. Yo también. Es entrar en el tiempo paralelo del cuerpo, sin necesitar de ninguna sustancia desestabilizadora. Un paréntesis, unas aspas. No importa lo que pasa afuera del círculo. Sólo el violeta y amarillo de la pollera. Sólo la percusión que marca el paso, y la voz que frasea.

Hoy fue un día dificil. Hoy, al escucharla a ella, entendí el carnaval. Nao deixe a samba acabar.

27.9.08

Roteiro musical

Si estuvieramos en Italia y la obra fuera la Divina Comedia, Silvia sería nuestra Beatriz musical. Acá, en Rio, no se me ocurren equivalentes para la misión que desempeña ¿cómo sería una Beatriz carioca? Antes fue Zizi, y ahora dos espectáculos seguidos na Casa de Arte y Cultura Julieta de Serpa. Estamos literalmente en un palacio, con sus arañas, sus espejos y sus escaleras con alfombra roja. Cristian no quiere entrar, yo jamás extrañé tanto mis stilletos. Piso hasta con cuidado, lo reto a Cristian que casi rompe las flores que coronan la mesa paqueta en que nos sentamos. Los mozo toman los pedidos en esa pequeñas computadores de mano de las que nunca recuerdo el nombre (antes miramos con cuidado el cardapio, para elegir, al final, simplemente una cerveza y unas papas prusianas que resultan ser papas rejillas). Cada adorno es un detalle, cada voluta un exceso más.

El jueves fue Sururu na roda, hoje Joyce e Zé Renato. Dos experiencias totalmente diferentes. El primero, un grupo de cuatros personas que tocan una música que hace casi imposible permanecer sentados. Lo impresionante no es sólo el sonido sino la coordinación de las voces e instrumentos en esos ritmos que pasan rápido, apurados por las percusión que apenas entran, los hace salir. Renato y Joyce son otra cosa. Dos intensidades diferentes. Ellos se juegan la voz en las cuerdas de la guitarra. Por momentos me hunden en las melodias, en otros, la afección es tal que tengo que salir a respirar.

Un poeta dijo,
y a los poetas nadie los contradice,
que es mejor vivir que ser feliz

Hoy a la mañana, escuché música, Marisa Monte, camino a la PUC. Aquello que hace un mes y medio escuchaba en el colectivo sin entender, hoy en el omnibus fico muito claro. Tal vez tenía que venir a Rio para entender. Luego en la clase, hablo sobre la figura del travesti en la ensayística de sarduy. Me escucho leer el texto que con la ayuda del diccionario de word escribí en portugués y mi voz por primera vez se extraña, suena más dulce en esa lengua, me cuesta creer que sea yo la que pronuncia.


E agora é tanto amor
Me abrace como foi
Te adoro e você vem comigo
Aonde quer que eu vôe...


Prá ser sincero
Meu remédio é
Te amar, te amar...


Não pense, por favor
Que eu não sei dizer
Que é amor tudo
O que eu sinto
Longe de você...


Cuando salgo, bajo las escaleras como en un cumpleaños de quince imaginario. Mañana me toca Maria Rita. La entrada está ahí, expectante, me mira como diciendo no vas a poder escribir sobre esto. Yo me rio (de Rio, como decía Iri) y, de nuevo, las cosas no están tan lejos como nos enseñaron (aunque sempre fique con la sensación en la yema de los dedos de que me quedó algo por decir).

23.9.08

Turísticos

Salió el sol, y sí, nos vamos al Cristo. El típico paseo de Rio, en el que vamos a oir mezclada las lenguas hasta que todo se convierta en un susurro múltiple, inestable. Antes, como voy a Botafogo caminado, con lo que ahorro del omnibus, desayuno: jugo de frutilla (suena raro así, en realidad tomé suco de morango) y un salgado. Como nosotros no contratamos excursiones, pegamos el 583.

Alguien me dijo, no recuerdo quién, que evitara todos los vendedores que asedian antes de subir al tren y que eligiera la subida tradicional. Hacia allá vamos, la carterinha de la Puc es el salvavisa (quise poner salvavida pero creo que el neologismo involuntario fue revelador). Como nos sobra tiempo, intentamos recorrer en Laranjeiras un largo que nunca encontramos, y después esperamos, viendo como se nubla, temiendo que las malditas cosas blancas se crucen en el medio de nosotros, la estatua y la ciudad.

El trencito es maravilloso, va por el medio del morro, atravesando la vegetación. Consigo una ventanilla, pero como siempre, siempre!, me pasa, elijo justo el lado equivocado, el que no se ve para abajo. En fin, no importa, porque voy a recuperar todas las vistas arriba.

Y ahí abajo está toda la ciudad. Toda, toda (menos las favelas que el morro tapa, parecen que hubieran contratado al hermano de la estatua para ponerlo ahí). La playa, el mar, la universidad, el mar, el cementerio, el pan de azucar, urca, botafogo, el cementorio, las favelas con vista al mar de zona sur. No es que me la cuente, pero yo ya había entendido la ciudad. En proyecciones de planos fue solo una confirmación. Pero el resto... la altura, la distancia, el Cristo que parece que se te va a venir encima, con sus manos abiertas (donde esperamos el tren hay un cartel que dice que la artista, mujer, que talló el las manos, tomó como modelo las suyas, así que el Cristo brasilero tiene algo de travesti).

Primero, a los tres, nos toma el frenesí fotográfico. Fotos aca, fotos alla, mirame que te saco una foto. La típica la tomo igual: yo abriendo los brazos, con la majestuosa y bonachona estatua detrás. Nos perseguimos. Tengo hasta videos filamdos de las vistas (me pueden explicar para qué, si el paisaje no se mueve). Cabellos al viento, como las modelos, pero enredado.

El aire es frio. Despacio voy dejando la cámara y me quedo parada, mirando. Podría quedarme todo el día. Hace mucho frio y yo con mi remerita escotada. Mientras se va nublando, me apoyo contra la varanda de piedra que mantiene aún el calor del sol. Es el abrazo de la piedra. Las nubes comienzan a atravesarnos, al Cristo no, le pasan por al lado. No llueve pero nos mojamos. Mis ojos quedan al nivel de la varanda, del lado menos lindo de Rio. Turísticos. La chica bonita que al lado nuestro habla en lo que suponemos árabe, debe tener mucho dinero, tal vez, es una princesa. No es la ropa lo que distingue acá arriba sino el tamaño del zoom.

No entiendo porqué al Cristo travesti lo hicieron con estigmas. Tal vez para recordar el dolor (y asegurar la redensión). Igual desde abajo no se ven, nadie recuerda el dolor cuando está en Ipanema tomando sol.

20.9.08

27 años II

A la mañana llegaron flores de Rosario via Cristian, facturas y llamados telefónicos. A la tarde, luego de los "parabéns" de meus colegas de turma, la cerveza al borde de la Lagoa y comida árabe (las ciudades grandes son así, cosmopolitas, la noche anterior había visto un espectaculo de danza flamenca).

Y después (para Mica que me preguntó que bebía) Lapa.

Lapa. Lapa. Lapa.

Es dificil hacer un ranking de las cosas que más me atraen de Rio.

Los arcos ahí en el medio y toda la gente abajo. Los puestos de comida y de bebida, los garotos que pasan con bandejitas ofreciendo shots de tequila. Hay cosas que superan el poder de mi imaginario, una de ella es Lapa. Entonces el "era como". Era como las antiguas Navidades de San Nicolas en la calle pero elevado a una potencia tal que el fenómeno muta cualitativamente. Gente, gente y más gente. No hay distinciones, todo se fagocita mutuamente. Lo grotesco: comemos unas salchichas enormes que vienen en un palito con cervezas (a lo que después le agregamos caipifruta (cachasa, leche condensada, frutilla), luego camarones fritos, luego cerveza y, finalmente, Cristian come, para reafirmar el caracter excesivo, un queso asado).

Cumplo 27 años y estoy en Lapa. Bailo zamba en la calle. No entramos a ningún local de musica ni a ningún boliche. No tiene sentido, lo que nos asombra está aca afuera. La mezcla, la gente, a musíca electrónica fusionada con la popular pero no por intención del artista sino porque los locales estan demasiado cerca. Todo esta demasido cerca, las cosas están demasiado cerca, el humo de la comida que me va a dejar con olor a grasa asada esta demasiado cerca penetrando todo. La fiesta parece extenderse interminable por las calles que se van cruzando. Sí, hay gente que trabaja, gente que recoge las latas de cerveza para hacer el mango. Es así. Rio es así. Pero aca, cuando todo se mezcla, los constraste se atenuan.

Cumplo 27 años y estoy en Lapa. Saudade, caipifruta, música, saudade. Extrañamiento formalista. Pienso en cada una de las personas a las que esto les haría brincar y dar vuelta el cerebro como a mí. Me imagino sus reacciones. Dan ganas de llorar, pero no de tristeza, sino porque no parece haber otra forma posible de asimilar todo, porque no encuentro en mi repertorio de reacciones anteriores ningún modelo para esto. Cumplo 27 años y estoy en Lapa. Parabéns.

19.9.08

27 años

27 años (y un mes en Rio). Acabo de pegar el metro desde Copacabana a Botafogo y luego la combinación a Urca, a las 11.55 de la noche, después de comer finalmente una pizza riquísima. Dicen que mañana va a haber sol (obsesión con el clima). La ciudad en ciertos tramos ya me es familiar.

Ayer, antesdeayer, en realidad, fui a la lagoa. Sí, no había ido aún. El mar me tira siempre hacia la sal y el sol. Las nubes estaban bajitas, se podían casi tocar por la manera en que se condensaban. Rio parecía de juguete. Al otro lado, los autitos pequeñitos con luces titilantes, los edificios superpuestos. Caminé rapido porque se hacía de noche. Fue un roteiro de turista, mirando los morros aún mojados. Hay cosas que no se entienden pero se comprenden: en medio de la mole de cemento con ruas demasiado estrechas que hacen que uno siempre este en un pozo de transito, la masa de agua. Ahí, interrogante. Todo el mundo corre alrededor, las ventanas de los apartamentos la miran expentates. Leer Benjamin en Rio, así se comprende la alegoría. Luego Luis Vuitton. Las carteras así, sin el glamur, no parecen tan impactantes.

Tengo entradas para Maria Rita. Todavía me falta colgar la ropa. Tengo 27 años (por suerte al lado tengo una clínica de cirugía plástica). Hace rato que no soy una nena.

16.9.08

Zizi

Me gusta pasear en auto en San Nicolás, en Rosario y en Rio. El centro es otra cosa los días de semana, cuando está oscureciendo y alguien te lleva para que no tengas que adivinar donde bajarte.

Un lugar de la resistencia cultural, mas de 100 años: Rival. Luiza Pozzi (la hija de Zizi, con la que el presentador del programa de radio que se graba se la va a confundir). Estoy cerca del escenario, en una mesa, todo muy semejante a un filme. Solo me falta el vestido de Luiza, rojo brillante, y sus sandalias de tacos interminable. Rio, el paraiso de los vestidos. Quem não viu a onda do mar crescer. Tengo olor a queso en la manos y las luces de la ciudad en los ojos. As vezes é dificil ver as coisas boas que acontecem com você. Me fascina la música, no oigo los errores que luego le van a criticar. El empedrado de la calle lateral quedó afuera, ahora sólo está el telón rojo y los aplausos que el conductor que se equivoca nos pide para la grabación.Se você pensa que meu coração é de papel não é. Sus gestos son de nena caprichosa, sabe jugar su papel. No entiendo como se debería frasear una samba, mi oido no llega hasta ahí. Por que fazer chorar um coração que só lhe quer. Por que fazer chorar um coração que só lhe quer.

Me quedo sola en la casa tapada de cds. Haciendo copias para Iri y Mica. Escucho a Zizi. Soy la princesa de las novelas de Billiken en su palacio tropical, sólo me falta el vestido rojo de Luiza, sus sandalias de tacos altos, altos (y una tesis doctoral).

Santa Chuva

Sigue lloviendo. El mar se va a desbordar de la bahia y va inundar Urca. Los urcanos saldrán en sus veleros por las calles. Y yo me subiré a la alfombrita que no compré y me iré para no volver. Nunca.

Un perro llorando entró todo el día por la ventana.

13.9.08

Laurinda y feijoada




Mi pie queda al borde del bondinho. Yo quería ir colgada pero no. Por suerte. Los arcos de Lapa son altos. Yo tengo vértigo.

Santa Teresa. Un barrio bohemio, dice la pagina. Nuevamente un tiempo paralelo, corre más rápido que en el Jardín pero más lento que Botafogo. Rio dentro de Rio, como siempre. Voy aprendiendo. Mirar con los pies con mis ojotas little pixie. Subir y bajar por la casa de Benjamin Constant, por la callecitas del barrio siguiendo la marca del bonde. La casa de Laurinda. Me cuesta imaginarme en esas habitaciones, en el medio de los saraos como mecenas tropical. Cuando alguien me hizo elegir, yo quería ser Norah Langhe, ser la sirena y la viajera, mezclada con Victoria Ocampo (no Silvina, Silvina no la pasó bien). Sentarme en mi Jardín de Mar del Plata, de Rio.

Desde Santa Teresa se ve la ciudad. Literalmente, por cada rendija, por cada pasillo, el territorio se va encendiendo (Constant debería tener todo vigilado desde los patios de su casa). Una pollera de 25 reales turquesa con flores que no me entra (sólo por una uña) y una alfombrita tejida de 5 que no compro porque no se si a alguien le va a gustar (unas figuras de negras que me gustan, pero los precios son para turistas) No somos leves, comemos feijoada. Para tres decía, parece para cinco: arroz, frijoles, algo verde, calorías para dos semanas. La farofa sobra y como la naranja de sobremesa. Yo todavía tengo en el paladar el abacaxi con hortela. Luego una especie de samba en otro bar, estoy en el limite del sueño. Siempre me gustaría haber hecho más.

Escribo alborde de una caipirinha. Afuera, en Urca, aún hay música.

Contactos

Te miraré cuantas veces pueda.
Violaré tu intimidad sin que te des cuenta.
Cada vez que me lo permitas
Seré tu cronista, tu escribiente oficial.
perfumaré tus medias y tu ombligo.
Seré el vigía del borde de tus sueños.
Pagaré al señor presidente
-en tu nombre así no quedan dudas-
el diezmo que los poetas pagan
para seguir estando vivos.

(Ramos- Signes)

Iluminaciones

Acabo de percibir un modo en que me gustaría escribir, un modo que me permite tensionar las exigencias académicas y las articulación de problemas en acto que mi escasa inteligencia me permite. No es editable, creo que menos aún acreditable. Pero me permitiría articular, sin desarmar la tensión, mis hipótesis formuladas oralmente o via menssenger (donde creo que se juega mi escasa originalidad) y la moderación que se articula a través de la angustia de las influencias y del original y la copia.

No se donde escribirlo, lo escribo aca.

12.9.08

Los Auténticos Decadentes brasileños

En algún lugar sigo leyendo la ciudad con ojos extranjeros. Porque no dejo de esperar homogeneidad, y cuando no la hay, me sorprendo. Fui a Cinemathèque, un bar que queda en Botafogo, el barrio que no es el centro pero que es centro porque por ahí pasa la ciudad. De Urca a Botafogo no sólo se pasa un tunel, se cambia de estilo de vida: nadie corre, la gente toma sopa que compra en unos carritos en la calle. Primero AVA: música fusión, un montón de sonidos diferentes que se repelen y se atraen. Juegan con el ruido, el sonido justo en el límite de dejar de ser música y convertirse en ruido. La voz de la cantante es única: una voz gruesa que sintoniza con el chelo y contrasta con los otros sonidos que Daniel va sumando detrás. Ciertos tramos se vuelven violentos: se busca cierta reacción, corporal no mental.
Y de ahí, luego de un intermedio de música tipo años 20, Rubinho y Força Bruta. Todo pegado con chicle. Música popular brasileña, al menos eso dice la página (que yo no había leido). Y de repente, yo que esperaba otro trip de música de vanguardia, me sorprendo: son los Auténticos Decadente brasileños!!! (dos aclaraciones ante esto: primero, a mi me encantan los Auténticos; segundo, pensar que es solo más música barata es un error, con Juan tenemos todo una teoría sobre eso, por lo cual la comparación encierra un núcleo de valor). Ahí no hay violencia, hay puro gozo (y nadie desdeña el gozo por ser sólo eso, gozo; incluso cantan juntos, AVA y Rubinho). Bailé y salté hasta que terminaron de tocar, justo en el mismo momento en que mis sandalias, aunque eran las cómodas (maldito sobrepeso del avión), me empezaron a lastimar los pies.
Solo una cosa más, un viejo trauma infantil (desde el “punta, taco, punta” y el vestido azul de Mica): todas las chicas tenían vestiditos. Yo no tengo. Voy a ver como me las ingenio para comprarme uno, pero yo a Rosario no vuelvo sin vestido.

11.9.08

Entre el barroco y el estado ameba

Ya hace casi un mes que estoy en Rio. Los días pasan rápido, cuando no sento saudade. Ncesito repetirlo para que no se escape: ya hace casi un mes que estoy en Rio. Entonces agarré mi bolsito y me fui para Copacabana (es menos bonito que Ipanema pero a mi me atrae más, las playas son más amplias, los olores más diversos, los precios más baratos). Alquilo una reposera, porque pienso quedarme toda la tarde, y voy al mar. La otra vez que escribí que me había metido al mar no era cierto (sí pasó pero no era cierto): 31 grados, ni una gota de viento, ni una sola nube, el agua no está caliente pero no es Mar del Plata y hay unas olas enormes (el mar sin olas no es mar). Tomar sol después de que te revolcaron las olas sintiendo que la sal se seca en la piel para mí es sinónimo de paraíso (para mamá no, a ella le arde la piel cuando pasa eso, por suerte heredé otras cosa). No camino, vegeto al sol. Soy una ameba brasileña.

La obra que vi el martes fue delirante (Ensaios de mulheres, Cia. Atores de Laura). Fuimos de graça, es decir, no pagamos un mango porque nos consiguieron entradas. Hombres disfrazados de mujeres, que hacían de mujeres. Delirante. Entiendo todos los chistes. Hay un flaquito que tiene unas piernas como fósforos. De lejos, con mi miopía, parece una mujer. Entran y salen del papel; se dirigen al público como hombres, hablan entre ellos como mujeres. Ese es el centro: el como. En Argentina no entendemos nada de simulacros, de máscaras, de alegorías barrocas. Solamente tenemos a Evita. Acá tienen a Silviano Santiago, nosotros tenemos a Piglia. Más allá del exotismo, en ese sentido Brasil es mucho más interesante. Si hablamos sólo de la estética, de las imágenes articuladas (de eso se trata mi trabajo para uno de los seminario) me gusta más la antopofagia de Andrade, la agresividad burlona, que la mirada estrábica de Echeverría o los epitafios Martinfierristas.

Encima tienen los salgados y los suco (hoy probé abacaxi com hortela, es decir, anana con menta) y esas ensaladas riquísimas con pasas de uva. No extraño la carne. La lógica futbolera se impone. Los negocios de sucos brasileños le ganan lejos al Laurak.

9.9.08

Horario electoral

Alrededor de las 13, todos los canales de Rio dejan un espacio gratuito para la publicidad electoral. Si alguien no le creia a Canclini cuando hablaba de marketinización de la política y de la categoría de ciudadano perdiendo límites, mezclando sus límites con la de consumidor, es porque nunca estuvo en Rio en víspera electoral. Es como un Sprayette de candidatos para vereador (una especie de concejal). Como Brasil sí implimentó la tecnología en el voto, parece que uno no tiene que optar por una o otra lista sábana sino que puede digitar el númerito de producto que le ofrece el televisor.

Entre "25123 - Adriano para vereador" y el tal Adriano al lado de un muñeco que lo replica con una cabezota enorme (que después el mismo futuro vereador (porque por el espacio que compro en la gratuitidad seguro que gana) se pone como si fuera una mascara, duplicando barrocamente el simulacro) y el "No de nuevo, decía!!!!" de la famosa píldora, parece no haber mucha diferencia (no estoy hablando de la propaganda política en general, ni callendo en la idiotez de la utopia manejada por ciertos sectores de que es posible democracia parlamentaria sin demagogia, sin propaganda, solo estoy dicendo que, en su concentración y en su forma, esto está mucho mas alla y es muy distinto a Macri abrazando al chico de la villa).

Un obrero tira un ladrillo, se da vuelta, mira a la cámara y dice "25123 - Adriano para vereador". Después en el noticiero que a nosotros nos suena a falso por el énfasis del acento, dice que el salario de un negro es la mitad de el de un blanco, alrededor de unos 550 reales (recuerden la blusa de 267 reales que no es sólo de Urca sino que se repite en Ipanema y en las bermudas que Critian se quiere comprar pero no puede porque la más barata sale 80 reales en Gavea). Lo raro es que el reclamo que se repite es el tan noblemente elevado de la educación, no se escucha el de salario digno ¿segmentación del sector entrevistado o ciertos valores que todos compartimos convertidos en telones que nadie descorre?

No estoy criticando al gobierno de Lula, conosco demasiado poco como para criticarlo. Ni defendiendo a los narcotraficantes de la fabela (ni a Cristina, a la que escucho en el subtítulo en portugués). Solo estoy narrando un almuerzo, en el que me di cuenta de que no me gusta el apio y en el que se construyó otra experiencia de extrañamiento cultural. Cristian dice que alguna vez esos morros que miramos a la noche cuando corremos van a bajar sobre la ciudad, van a quemar todo con sus luces que titilan. Yo lei a Mike Davis. Y no estoy tan segura, lamentablemente, de que esa utopía se realice. Las ordas bárbaras pueden aguantar mucho, mucho más.

Me voy a encerrar en las estancias de Agamben (tal vez, si conseguimos un precio accesible, hoy vaya al teatro).

7.9.08

Rio obliga a cambiar la música del mp3

Dos ciudades en 9 horas. Una el Rio del centro, otra, bonus track de Ipanema con el agregado del contraste y del caminar por la playa de noche porque disfrutamos de unos 26 agradables grados. Se puede volver en omnibus desde Ipanema a Urca a las 21.30: ningún ladrón se arriesgaría a quedar encerrado en el predio militar por robarle a dos extranjeros que ni siquieran tienen cámaras con zoom.

Primero pensé en omitir la referencia literaria, pero eso hubiera sido censura. La feria que nos recomendó Denisse queda en el centro de Rio, cerca del lugar en el que me faltó el paraguas. Es el Rio que las dos viejitas de la novela de Puig temían y deseban, al que no se animaban a ir, sobre el que chusmeaban. El clise carioca hecho realidad: personas que bailan en la calle, gays demasiado gays, objetos chillones, gente que hace capoeira, música en vivo (y en parlantes). El colectivo nos deja lejos, así que tenemos que caminar varias cuadras, lojas viejas, la mayoría cerradas, restaurant con comida grasosa y un cine porno que incluye streapers en un teatro viejísimo que se salvo de ser templo evangelista (adquiriendo un destino mucho más noble). Cristian, Link, Cristina y yo estamos en Brasil. Nosotros dos tomamos cerveza en un bar que se cae a pedazos y en el que una chica te ofrece mani dejandotelo en un papelito diminusculo sobre la mesa por unas monedas. Cuando vengan, tomen Cerveja Antartica (o algo así), no le encotramos parecido con ninguna argentina. No hay objetos lindos en la feria, es un todo que se suma y crea un ambiente (Crítian no quiere entrar a un bar en el que no se ve para adentro (unas puertas viejas superpuestas hacen de pared) porque tiene miedo de que lo encierren y lo obliguen a comer, yo porque tengo miedo de que nos arranquen la cabeza con los precios).

De ahí un colectivo a Ipanema. La playa. El ruido es otro, el olor es otro, el aire que me humedece la piel es otro. Llegamos justo a la hora que a mi me gusta (si el carioca fuera menos mugriento el espectáculo sería mucho más bonito). Después me compro las ojotitas dorada que quería. Little Pixie. Y de ahí a a La Travessa. Donde tienen un descuento para Lispector de 15%. Compro al azar Água Viva. el libro de Marcal Aquino que quiero sale caro por el tipo de edición en papel ilustración y con dibujos, lo compro igual, no se muy bien por qué (pude decir lo que busco, aunque no se si lo encuentre). Todos los libros que quiero salen caros. Comemos en otra parte y volvemos.

En el colectivo discutimos sobre si existen parámetros que hagan más legible un libro, no esenciales of course, sino en relación a ciertas características sociales. Le propongo a Cristian el siguiente experimento, para el que ambos acordamos sería interesante obtener subsidio: crear dos libro de autores desconocidos, uno tipo El limonero Real y el otro tipo Codigo da Vinci (la idea sería pensar primero cuales son los lineamiento que podrían hacer hoy, para un cierto sector de público, un libro más legible); luego una operación de prensa similar para ambos: algún premio, afiches, entrevistas con el escritor (deberán ser dos escritores que tengan el mismo felling con la cámara), primer lugar en las mesas de las librerias, un artículo de Sarlo a favor de ambos diciendo cosas semejantes, etc. La pregunta es: ¿ambos libros se venderían por igual? Cristian piensa que si, yo pienso que no (el boca a boca es fundamental en la difusión de un libro, aunque siempre esta ahí abriendo un signo de interrogación la novela de Pauls).
(A veces escribo en el cuadrito de Blogger y otras en word, se podría hacer una pesquisa sobre el impacto del soporte)

5.9.08

Humedad

Cuando está por llover la universidad se llena de nubes. Parece que llueve pero no, son las gotas condensadas en el vapor que van rozando la piel hasta humedecerla.
No me gustan en general las frutas tropicales, al menos las que probé hasta ahora (el otro día con Cristian hicimos un degustación intensiva, tuvimos que tirar todo).

Hay dos ritmos discordantes: el de todo lo que me rodea y el de la entrega de los trabajos (también, en un espacio diferente, el de la vuelta). Literalmente, voy saltando entre ambos. Por eso voy al jardín botánico un jueves a la tarde. El weather channel es mi amigo (aunque hoy se equivocó).

(Reflexión idiota: cuando leo tanto Derrida me da la impresión de que no podría nunca leer Brasil, acá está todo demasiado cerca, no hay delayed: la humedad, las hojas, la pobreza (no tanto la pobreza, estoy demasiado lejos de la fabela, pero sí el ascensorista que me sube hasta el quinto piso mientras lee un libro evangelista). Seguramente esto ya lo dijo alguien. No me interesa)

4.9.08

Sobre el exceso: Jardín Botánico





Para Juan


Nuestra escala de percepción no está acostumbrada a las magnitudes de Rio, al menos de la ciudad que yo de a poquito voy experimentando. Desde el revuelto de camarones que como en el restaurant que queda justo abajo del departamento de letras, pasando por cada uno de los salgados, los zucos, los abacaxi, siguiendo por el tamaño de la universidad, la cantidad de vegetación y los colores de la ropa hasta el tránsito, el sueldo mínimo de personas que me rodean sigilosas todos los días (desde el señor que cobra los boletos en el ómnibus hasta la ascensorista que me explica como decir que voy al subsuelo), y el hecho de que la empregada que trabaja acá en lo de Silvia me doble y ordene la ropa, todo es excesivo (demasiado rico, demasiado grande, demasiado impactante, demasiado hermoso, demasiado pesado, demasiado poco, demasiado servicio).

Entonces el Jardín Botánico. Uno se prepara, porque sabe que la experiencia va a ser única, o al menos eso es lo que le han dicho, y luego se está allí, en medio del calor húmedo que se potencia en los invernaderos, y los sentidos no alcanzan (no es que sólo las palabras no sean suficientes, hay una imposibilidad humana para asimilar tanto, o al menos, para evitar disquisiciones epistemológicas, una imposibilidad personal). Es demasiado. Camino hasta cansarme. Camino, camino, camino. Subo, bajo, paro, miro, sigo. Trato de controlar la cámara, soy antigua en eso, quiero ver yo y siento que el estar pendiente del disparo inhibe algo. Hay secciones especiales para cactus y orquídeas y unas palmeras de troncos largos que marcan un camino. Y acá viene lo cursi, y no sólo porque pienso que le voy a tener que preguntar a Juan cuando florecen las orquideas para volver y verlas florecidas (y miles de cosas más: se me quedaron muchos por qué esto en la punta de la lengua) sino también porque no sé como mediar la experiencia. Toco las ramitas, me pincho con las puntas de los cactus, me mojo el pie en un arroyito, intento percibir los colores, y los sonidos de la vegetación, del agua, de los pájaros. Me confundo una garza de verdad con una estatua. Hay una tranquilidad paralela que se vive ahí adentro, es otro tiempo: todo estuvo mucho antes y seguirá estando mucho después. Rio ahora si está verde, supongo que si uno vive mucho tiempo acá comienza a diferenciar más matices (o no, el sueldo mínimo sólo alcanza para vivir en la parte de debajo de la favela).

Al final, cuando con Cristian ya estamos casi en el límite de “estar muertos” vemos a la actriz rubia de Lazos de Familia (“la que se aprieta al bombón”). Cristian no se anima a hacer un performance y pedirle una foto (lástima, la instantanea con la rubia hubiera sido una buena anécdota). Yo no vi la novela, soy más adicta a las serie norteamericanas (y creo que al inglés, aunque el portugués tiene ese exceso fascinante). Creo que Juan sí la vio.


[Subo fotos en las que estoy yo, porque, según reclama la China, está bueno que yo esté en alguna. Tengo una sensación casi obvia: los colores no son tan fuertes como son en realidad (el sol molesta bastante debo decir a mi favor). Justo para uno de los seminarios estoy trabajando con un relato con imágenes]