Elegí ir por donde más te guste...

25.6.09

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Lunar: la lengua francesa llama así a esas partículas morenas o negras, algo prominentes, que vienen a veces (y en alguno/a/s con frecuencia) a hacer punto, marca o grano sobre la piel. En lugar de manchar la piel, hacen resaltar su blancura, esto es al menos lo que gustaba decirse en los tiempos en que la nieve y la leche servían de comparativo por excelencia para la piel de las mujeres. Éstas se ponían entonces, en caso de necesidad "lunares postizos" de terciopelo sobre las mejillas y sobre los pechos. Hoy gustan las pieles más morenas, tostadas o bronceadas, pero el lunar guarda su atractivo: señala la piel, baliza su extensión y la configura, guía el ojo y actua sobre él como una marca de deseo. Por poco, nos gustaría decir que el lunar es un germen de deseo, un minusculo trazado de intensidad, un corpúsculo cuya tez oscura concentra la energía del cuerpo entero, como lo hace también la punta del seno.

Jean-Luque Nancy, 58 indicios sobre el cuerpo

1 comentario:

El niño C dijo...

El ejemplo más perfecto de la simbiosis entre lunar y seducción lo constituyen las estrellas literarias de Natalia Oreiro y Enrique Iglesia. Claro, dentro de mis gustos tan particulares, el segundo caso es mucho más interesante que el primero.