Elegí ir por donde más te guste...

21.8.09

Hueco

Estoy obsesionada con las fechas. Las fotocopias quedan abarrotadas de circulos amarillos o verdes, depende de la tinta, que encierran siempre cuatro números o un número de cuatro cifras (cuando hablan de décadas o se refieren a los años tanto me obligan a realizar una línea curvada por debajo, encerrar tanta cantidad sería un esperpento). Busco huecos, vacíos, anacronismos. Puedo empezar a decir ciertas temporalidades, a justificar ciertos movimientos, siempre nadando en el temor de que el tiempo no alcance (en ambos sentidos).
Después estoy sentada no en el borde sino en el medio de la noche. Ya no tengo un cuerpo pequeño. Las dimensiones desbordan la ropa por todos los costados. En este último tiempo, lo órganico se ha vuelto pesado. Pesa en todas partes: en la balanza, en la cabeza, en las letras. Leer sobre cerebros disecados me parece una idiotez. Que la gente quiera encerrarme en estereotipos preformateados por algún éxito editorial me agobia. Y no porque sea de izquierda. Anoche defendía la idea de que la persona es algo más que lo que está predeterminada a ser. Pensaba en una interacción entre lo determinado, el contexto y la voluntad. Y entonces me vuelvo arcaica. No melancólica, arcaica. No hay nada placentero en la desubicación que me armo. Tampoco hay ningún valor moral que defienda. No digo que lo otro sea malo, no prejuzgo ni juzgo, pero tampoco pueden pedirme que me abstenga de opinar. Me quedo ahí: en un lugar que me cuesta inventar entre el relativismo y un falso progresismo intelectual.
Me quedo con una mano cansada de tantos toqueteos y con un cuerpo todavía asutado de tantas extracciones.
No quiero que me raspen más.

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