Elegí ir por donde más te guste...

1.9.09

Regodeo adolescente

Para Iri.

Siempre hago lo mismo: necesito sólo un detalle para armar una multiplicidad de historias que me dejan rayando en la obsesión. Ahora me duele la panza, como me dolía antes (el problema se presenta cuando esas historias se disparan hacia la fabulación de posibles interpretaciones de mis acciones realizadas a mitad de camino entre lo laboral y otra cosa). Fue mi forma de ser adolescente: no se si drama o tragedia, todo parecía marcar la necesidad de un arma en la boca. Siempre creé autofiguraciones muy fuertes, mezcla de hollywood y literatura barata o moralista, que me dejaban con un par de lentes falsos sentada con mi libro en la puerta del salón. En ese momento pensaba, que el éxito profesional era la manera de enfrentar el desengaño amoroso (la otra manera era vender una imágen de mí que se alejaba mucho más de lo que yo era en realidad, si es que era algo en realidad antes de mis desengaños amorosos). El otro día, en medio de un día de sol y un asado, de un mediodía saeriano que se arruinaba por la masividad y el humo, me enteré de que mi autofiguración había sido comprada en su totalidad. Si puede parecerle raro a mis amigos de después que yo haya incursionado los caminos del amor futbolístico, al chico que me aprisionaba contra una pared un sábado a la noche del 99 parece que le gusta saber que esas piernas que recorria con manos ansiosas cada vez más hacia arriba son las mismas que pudieron sostener un número que exigía fotos en los diarios.
En esta entrada hay cierto regodeo, lo sé, pero espero que se compense con la exposición detallada de la estrategia.

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