te veo
del otro lado de la mesa
con la seguridad de lo imposible
y me vuelvo
melodramática
casi cursi
casi bella
te digo que sos lindo
y te reís...
la tristeza es
hoy
enteramente mía
la precaución
tu precaución
pero yo
yo no soy ellas
yo no soy
un fórmula 1
a 180
por la avenida atestada de gente
a mí sí
con el silencio esquivo
que insiste en mi error
y en tus excesos
a mí sí
aunque ni te lo imaginás
a mí sí
apenas
sin espectáculos
a mí sí
me rompes el corazón
Elegí ir por donde más te guste...
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26.11.15
13.11.15
Necesidad
Dijiste que habías estado tocando la guitarra.
Me quedé
por apenas un segundo
imaginándome ese momento:
yo toco el timbre
y vos
que,
para esperarme,
habías estado haciendo eso
te estremecés un poco.
Sin apurarte
(supongo que,
a diferencia mía,
vos no te apurás)
atendés como siempre
aunque sabes
que soy yo.
Mi imaginación es
a veces
caprichosa.
Nunca me había detenido a pensar
en la posible expectativa
del otro.
Siempre en cómo el momento del encuentro
desbarata para mí
la cotidianidad
que no es rutina.
Ese temblor
de los umbrales
que se abren
y yo cruzo.
Entonces
hoy
te imagino abriendo
lo imagino bajando
y me quedo ahí
poniendo en jaque
las distancias programadas.
¿Cómo elegir
sin coartar
la intensidad?
La utopía:
receptividad sin espera;
contacto,
roce
sin herida.
Me quedé
por apenas un segundo
imaginándome ese momento:
yo toco el timbre
y vos
que,
para esperarme,
habías estado haciendo eso
te estremecés un poco.
Sin apurarte
(supongo que,
a diferencia mía,
vos no te apurás)
atendés como siempre
aunque sabes
que soy yo.
Mi imaginación es
a veces
caprichosa.
Nunca me había detenido a pensar
en la posible expectativa
del otro.
Siempre en cómo el momento del encuentro
desbarata para mí
la cotidianidad
que no es rutina.
Ese temblor
de los umbrales
que se abren
y yo cruzo.
Entonces
hoy
te imagino abriendo
lo imagino bajando
y me quedo ahí
poniendo en jaque
las distancias programadas.
¿Cómo elegir
sin coartar
la intensidad?
La utopía:
receptividad sin espera;
contacto,
roce
sin herida.
9.11.15
Fórmulas
Anoche
antes del desastre
me arrebataste
un momento de intimidad.
Tirada en tu sillón
descalza
(ahora sí
ya casi
como siempre)
dejé mi cotidianidad en esa risa.
Completa.
Los tiempos corren en paralelo
y se superponen.
Hoy desayuno apenas vestida
y el viento se cuela
por debajo de mis brazos.
Lo que quise formular
desafiante
en tu cocina
atañe a la multiplicidad del amor.
Y después
a la naturaleza de la belleza,
donde vos reinás
y yo soy solo una intrusa
que camina en puntas de pies
por tu palacio
apenas leve,
si es que me esta permitida la levedad,
para que no te des cuenta
de que desentono.
¿Cuál es tu intemperie?
Los frascos
se acumulan
morados
sobre tu mesada
y hablan del desamor.
Dicen,
también,
tus excesos.
¿Tiene un lado oscuro la belleza?
Mis pies
atrevidos
recorren tu pecho
como si hubiera sido siempre así
como si honráramos
otros logros.
Tenés el poder
de desbaratar las diferencias
(incluso las trascendentes)
sin rozar
siquiera
la homogeneidad.
La sutileza cómplice
para poner en jaque
mi extranjería.
antes del desastre
me arrebataste
un momento de intimidad.
Tirada en tu sillón
descalza
(ahora sí
ya casi
como siempre)
dejé mi cotidianidad en esa risa.
Completa.
Los tiempos corren en paralelo
y se superponen.
Hoy desayuno apenas vestida
y el viento se cuela
por debajo de mis brazos.
Lo que quise formular
desafiante
en tu cocina
atañe a la multiplicidad del amor.
Y después
a la naturaleza de la belleza,
donde vos reinás
y yo soy solo una intrusa
que camina en puntas de pies
por tu palacio
apenas leve,
si es que me esta permitida la levedad,
para que no te des cuenta
de que desentono.
¿Cuál es tu intemperie?
Los frascos
se acumulan
morados
sobre tu mesada
y hablan del desamor.
Dicen,
también,
tus excesos.
¿Tiene un lado oscuro la belleza?
Mis pies
atrevidos
recorren tu pecho
como si hubiera sido siempre así
como si honráramos
otros logros.
Tenés el poder
de desbaratar las diferencias
(incluso las trascendentes)
sin rozar
siquiera
la homogeneidad.
La sutileza cómplice
para poner en jaque
mi extranjería.
2.11.15
Interiores
Si me apurás un poco
te digo
que mi miedo a que me leas
es
directamente proporcional
a tu miedo ante lo que leés.
También hay alfombras
en los hoteles.
No son verdes
sino grises.
También las camino desnuda
desde el baño hasta la cama
y desde ahí
directamente
hasta la puerta
que resguarda la intimidad
que no arriegás.
Si me apurás
te digo
que hace mucho
que no cogés
con una chica del interior.
En realidad,
primero te digo
que hace ya mucho
(demasiado)
que no cogés conmigo.
Segundo,
que hace mucho que no cogés
con una chica del interior.
A nosotras
la soberbia se nos escurre entre los dedos,
y yo jamás pienso
que sos vos.
Nunca decanto
por la necesidad,
tu imperiosa necesidad,
de la distancia.
Si eso es salud
yo no soy más que enfermedad
algo que tampoco digo
aunque
sí
a veces
me apurás.
Octubre se extiende
largo y espectral.
Si me apurás entonces
te digo que ganamos,
y que sé que te sorprendo
mas allá
incluso
de lo que explicitás.
Que no deberíamos andar escribiendo
poemitas de amor
aunque este no sea
un poema de amor
de una chica de provincia
a la que la soberbia se le escapa
como el clisé,
de última,
como la arena que no rozo
entre los dedos de esta mano
que alguien
hace poco
no vos
se acordó de volver
(no, de volver no,
sino de empezar)
a descubrir.
El rastrillo se cae
y la piel del empeine acariciado
confronta
al orgasmo ya sabido
en este octubre eterno
que no decide nada
ni siquiera
la primavera azul del limonero
que se reproduce
insistente.
te digo
que mi miedo a que me leas
es
directamente proporcional
a tu miedo ante lo que leés.
También hay alfombras
en los hoteles.
No son verdes
sino grises.
También las camino desnuda
desde el baño hasta la cama
y desde ahí
directamente
hasta la puerta
que resguarda la intimidad
que no arriegás.
Si me apurás
te digo
que hace mucho
que no cogés
con una chica del interior.
En realidad,
primero te digo
que hace ya mucho
(demasiado)
que no cogés conmigo.
Segundo,
que hace mucho que no cogés
con una chica del interior.
A nosotras
la soberbia se nos escurre entre los dedos,
y yo jamás pienso
que sos vos.
Nunca decanto
por la necesidad,
tu imperiosa necesidad,
de la distancia.
Si eso es salud
yo no soy más que enfermedad
algo que tampoco digo
aunque
sí
a veces
me apurás.
Octubre se extiende
largo y espectral.
Si me apurás entonces
te digo que ganamos,
y que sé que te sorprendo
mas allá
incluso
de lo que explicitás.
Que no deberíamos andar escribiendo
poemitas de amor
aunque este no sea
un poema de amor
de una chica de provincia
a la que la soberbia se le escapa
como el clisé,
de última,
como la arena que no rozo
entre los dedos de esta mano
que alguien
hace poco
no vos
se acordó de volver
(no, de volver no,
sino de empezar)
a descubrir.
El rastrillo se cae
y la piel del empeine acariciado
confronta
al orgasmo ya sabido
en este octubre eterno
que no decide nada
ni siquiera
la primavera azul del limonero
que se reproduce
insistente.
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