Elegí ir por donde más te guste...

7.10.09

Adolescentes (ahora sí "es un mundo diferente")

Tres episodios.

Uno. Unos chicos en La Plata se filman en un recreo en una situación "erótica" (y el término va entre comillas porque es necesario pensar si el erotismo puede ir separado del placer, ya que dudo que el exhibicionismo derive en este caso necesariamente en goce). Luego lo suben a la red. Obviamente (era obvio para todos nosotros menos para ellos) son sancionados.

Dos. Una alumna de J. escribe su mail en el pizarrón con el objetivo de que la contacten desconocidos. Ante la advertencia del "profe" sobre la tergiversación de las identidades en la red, le responde, probablemente reproduciendo un discurso despectivo (y machista) de la madre, que no sea como su papá que se preocupa de más porque algo le pase a la "nena".

Tres. Los álbumes de fotos que mi hermana de 18 años sube a la red. Fotos de ella en situaciones semi-eróticas con el novio, fotos de semi-lesbianismo con las amigas, fotos de fragmentos de cuerpos de las amigas. Cuando le digo que tenga cuidado con qué sube, me responde que en Facebook son todos amigos (pero no se da cuenta que incluye como amigos a gente que apenas conoce y también a desconocidos totales para poder obtener más puntos con las mascotitas). No es el hecho de sacar la foto. O no sólo es el hecho de sacar la foto, sino el hecho de subirla, de publicarla (en el secundario, cuando las fotos eran solo en papel, aquella en la que alguien había quedado expuesta, ya sea por lo ridículo o por lo erótico (y en general era por lo ridículo), se ponía entre medio de las otras fotos en el álbum; así quedaba en una situación de semi clandestinidad, no se veía a simple vista pero alguien podía descubrirla y ahí iniciar el juego de "no la veas" y sus derivaciones).

Hay momentos en que las cosas se condensan. La primera reacción ante lo de La Plata es "son pelotudos". Después me acuerdo de la Ritó anoche en lo de Tinelli (o lo de Nazarena Velez en lo de Tinelli), de los videos que llevaron a la fama a Wanda Nara y a Chachi Tedesco y pienso (J. me hace pensar) ¿por qué no?. Si a ellas no las sancionan sino que por el contrario las premian con la popularidad.

La cosa no es marcar la inutilidad de las revista porno ante Paparazzi, ni la fragmentariedad y cosificación en que entra el cuerpo de la mujer (admitámoslo, con los hombres no pasa exactamente lo mismo) y que estas chicas (las amigas de mi hermana, la chica que incluye desconocidos en su msn) reproducen en sus propios cuerpos (y así, disculpen la palabra, los mutilan), sino (y también esto lo marca J.) pensar dónde queda el placer.

Cómo se construye el erotismo cuando se exhibe todo, y en esa exhibición se gana aquello que se sabe muy difícil de ganar de otro modo. Si el cuerpo es tan sólo una mercancía que se compra y que se vende al mejor postor, dónde queda el goce (es como si el trabajo de la prostitución extendiera su lógica a todas las esferas y el cuerpo quedara siempre sujetado, incluso en la privacidad del acto sexual, a la lógica económica; ¿tan lejos se expande el mercado y la imagen y exposición massmediática?; ¿no queda nada que sea puro gasto y puro goce, un gasto que no entre en el gasto capitalista que propone el mercado?). ¿Hay algún resto de placer en la chica que toca, el chico que es tocado y el amigo que filma? ¿cómo se mueve la libido en los adolescentes? ¿qué va a hacer el psicoanálisis con estos chicos que ya no tienen la formación moderna?

Supongo que la diferencia siempre asusta. Saber que diez años marcan un abismo asusta. La imposibilidad de comprender asusta. Pero no es una reacción moralista, sino una preocupación mucho más sincera (y un pedido desesperado, desesperado de explicación).

(Y no es sólo temor ante el riesgo real que este exhibicionismo implica (y el modo en que interactúa con el discurso de los padres de que el único problema en nuestra sociedad son los "negros de mierda"), sino también pensar qué les va a pasar a los 25 años, cómo van a resolver esta mezcla de exhibicionismo, lógica económica del cuerpo y exceso de pudor (y expansión simultanea de un discurso prohibitivo y moralista, porque, admitámoslo de nuevo, esto no es el todo vale de Woodstock). J. dice que el placer siempre encuentra su rumbo. Yo empiezo a pensar, tal vez haciéndome eco de los discursos fatalistas (cuántas vueltas hay que darle al lenguaje para no quedar atrapado en los clisés massmediáticos!) que esa es una confianza demasiado moderna)

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