Elegí ir por donde más te guste...

12.11.09

¿O qué?

El asiento de la bicicleta era de un rojo brillante. Por un segundo pensé que alucinaba, pero no: era de un rojo con brillitos, como con destellos plateados. La señora que la conducía se había atado al cuello una campera de esas rompeviento amarillas. Parecía una capita, era una capita de superhéroe cuando la miré desde atrás con el asiento rojo brillante. Cuando se dio vuelta me asusté. Algo en su cara hizo que me asustara: los destiempo que suponía la imagen se acentuaban en el rostro, los atributos de nena en esa señora mayor que sin embargo encajaba perfecto en el tamaño de la bicicleta para chicos, bicicleta que debía ahora comenzar a empujar cuesta arriba. Como si su cuerpo se hubiera deformado para caber, para ajustarse perfectamente a esa fantasía infantil. Y yo corría y corría.

Lo otro fue una lucha. Una lucha arcaica que se redefinía con el monumento como paisaje épico desgastado, repetido. Era la lucha entre el olor y yo: calamares, bichos de mar, y mostaza. Por una parte, la satisfacción de esa invasión de las afueras hacia el centro, de los barrios hacia el patio trasero de los que pueden pagar un departamento con vista al río. Grupos y grupos de personas. Por otra parte, un enojo, un asedio, una molestia. Quiero creer que no me molestaban ellos, ellos que yo no soy. Creo que me molestaba el espectáculo que se les monta como divertimento de circo para decirles esto también es de ustedes: vengan y exprésense(n). La paredes, el cerco negro, hacen que todo se convierta en escenario. ¿Quiénes son los que se ríen afuera? that is the question ¿isn´t it? Que violencia la mía, pensar que esa apropiación es hoy imposible.

Y yo corría y corría (esta vez por la avenida para evitar las ordas, los malones, las antenas de televisión).

Al menos concédanme que requiere cierta valentía escribir esta mezcla de rechazo de clase (hacia arriba, hacia abajo, hacia ninguna parte), moral setentista y capricho de nena maleducada. Hubiera sido más fácil y más digno celebrar la expresión de lo popular desde la posición del dandy que se regodea en el encuentro con la diferencia.

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