Elegí ir por donde más te guste...

25.5.10

De Paris a Berlin




En un momento estoy a punto de decirle a Aleja: "y si preguntamos por un bar dónde vendan cerveza alemana". En ese momento me doy cuenta que el chop que tengo en la mano, por más que sea del hostel donde estamos parando, es alemán porque no puede ser otra cosa, porque estamos en Berlín.

Estoy dos días en Paris y después me voy a Alemania. Me daba escalofrios ver la bandera esa que había visto en las películas. Vimos 9 museos en tres días. Desde tumbas de faraones, puertas babilónicas, enseres griegos, medallas de zeus hasta reseñas de pérformance, cuadros de Warhol y diversas maneras de procesar la historia. Por más que lei mucho sobre el tema, es distinto estar ahí, ver que eso que para muchos parece ser un problema cerrado, la memoria, está totalmente abierto. La ciudad se está debatiendo sobre eso, con fuertes apelaciones al pueblo alemán y en, ciertos casos, entre un exceso entre la redundancia como única manera de afirmar la existencia y lo kitsh del souvenir para el turista. Alejandrina me dice que es como si toda la historia antes del siglo XX hubiera desaparecido. Creo que tiene razón. Se oscila entre la búsqueda frénetica de un muro que nunca se sabe dónde esta (los restos del muro estan conservados en diferentes partes de Berlin) y la proliferación de monumentos y museos en torno al nazismo. Para ver otra historia están los otros museos, pero que sobre Berlin sólo cuentan la avanzada imperialista que les pemite tener todo en esa isla que concentra en cinco palacios gran patrimonio de la humanidad.

Recorrimos miles de barrios. Charlamos todo, como si al fin pudieramos ponernos al día. Es rara Berlin, estos edificios todos concentrados en pocas cuadras, después muchas cosas en construcción, demasiadas como para una capital. En el centro de Paris no cabe un alfiler, en Berlin te podes comprar un departamento en construcción en frente a la isla de los museos (qué resignificada vuelve la palabra isla, me cuesta cuando llaman así a un pedazo de tierra sólo separado por un puentecito). Es rara, a pesar de la idea de la rigurosidad alemana, uno se pierde todo el tiempo, porque la señalización, al menso a nosotras, no nos sirve de mucho. Es raro estar una ciudad en la que no entendés una palabra, que ves los carteles y no tenés idea de lo que te ofrecen para comer. Creo que la experiencia no fue sólo la ciudad, y los palacios, y los museos, sino también hacer una ciudad europea en tres días casi de mochilera con una amiga (que supo perfectamente escaparle a mi frenesí turístico y hacernos caminar todo el tiempo), durmiendo en una habitación mixta de diez personas y duchándome en una ducha que corta automáticamente el agua.

Siento que debería decir algo más, ir más allá de esta superficie. Creo que voy a necesitar un poco de tiempo para salir del catálogo. No es facil pasar de un promedio de cero aviones por año a 3 en cuatro días y seguir sientiendo que lo que uno vive es real.

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