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12.9.08

Los Auténticos Decadentes brasileños

En algún lugar sigo leyendo la ciudad con ojos extranjeros. Porque no dejo de esperar homogeneidad, y cuando no la hay, me sorprendo. Fui a Cinemathèque, un bar que queda en Botafogo, el barrio que no es el centro pero que es centro porque por ahí pasa la ciudad. De Urca a Botafogo no sólo se pasa un tunel, se cambia de estilo de vida: nadie corre, la gente toma sopa que compra en unos carritos en la calle. Primero AVA: música fusión, un montón de sonidos diferentes que se repelen y se atraen. Juegan con el ruido, el sonido justo en el límite de dejar de ser música y convertirse en ruido. La voz de la cantante es única: una voz gruesa que sintoniza con el chelo y contrasta con los otros sonidos que Daniel va sumando detrás. Ciertos tramos se vuelven violentos: se busca cierta reacción, corporal no mental.
Y de ahí, luego de un intermedio de música tipo años 20, Rubinho y Força Bruta. Todo pegado con chicle. Música popular brasileña, al menos eso dice la página (que yo no había leido). Y de repente, yo que esperaba otro trip de música de vanguardia, me sorprendo: son los Auténticos Decadente brasileños!!! (dos aclaraciones ante esto: primero, a mi me encantan los Auténticos; segundo, pensar que es solo más música barata es un error, con Juan tenemos todo una teoría sobre eso, por lo cual la comparación encierra un núcleo de valor). Ahí no hay violencia, hay puro gozo (y nadie desdeña el gozo por ser sólo eso, gozo; incluso cantan juntos, AVA y Rubinho). Bailé y salté hasta que terminaron de tocar, justo en el mismo momento en que mis sandalias, aunque eran las cómodas (maldito sobrepeso del avión), me empezaron a lastimar los pies.
Solo una cosa más, un viejo trauma infantil (desde el “punta, taco, punta” y el vestido azul de Mica): todas las chicas tenían vestiditos. Yo no tengo. Voy a ver como me las ingenio para comprarme uno, pero yo a Rosario no vuelvo sin vestido.

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